
Sé que está presente,
en la sangre como en el pensamiento.
Ambulando; somnoliento,
olfatenado dentro de mis recuerdos.
Detrás de él,
una brisa carmín;
desatada por el mismo y antiguo Caín,
el mismo que desato en mi este cierto sentir.
No puedo esconder esto,
ni siquiera pretendo hacerlo,
pero desearía no ser esta bestia,
y así desgarrarme cualquier eterno deseo.
Suponiendo que puedo,
más no debiendo,
trato de cerrar el círculo vicioso,
que la adrenalina comienza a cobrarse de estos sentimientos.
Pasión y deseo por la sangre,
siendo humano y no aceptandolo;
metal en manos,
y comienzo eso que se llama canibalismo.
La demencia es mi guía,
que desdeña cualquier cura,
preñando cada día,
con un cierto odio, y locura.
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